VILLA IMPERIAL DE POTOSI (del odio al cuasi amor)
Habíamos dejado atrás Uyuni, y tras recorrer 200 km de entretenida ruta de montaña, salpicada de pequeños asentamientos mineros, llegamos a Potosí. Y así como llegamos, quisimos salir corriendo…¡menos mal que no lo hicimos!
NUESTRA CAÓTICA LLEGADA
¿Cuál fue nuestro error? tratar de llegar hasta el mismísimo centro de la ciudad con el camper… Al principio nos llamó la atención lo empinado de las calles, pero como el tránsito fluía, nos animamos. La verdad es que lo que veíamos a nuestro alrededor no nos gustaba demasiado. Miles de casas de ladrillo a la vista, sin revocar, apiñadas unas contra otras en todas direcciones. Era como una gran favela sin fin que se extendía por las colinas hasta donde podía llegar la mirada.
Más allá de que no sabíamos cuan seguros serían esos lugares, el problema era ¡que no había ni un pedacito de vereda para poder estacionar! Entre las fachadas de las casas y la calle solo había una estrecha franja de tierra amontonada y piedras donde la gente caminaba como hormigas, entre carros de comidas y vendedores que ponían su mercancía afuera de los negocios. “Caos” es la palabra que se me vino a la mente y que perduraría durante toda nuestra estadía en esta ciudad.
A medida que avanzábamos la cosa se empezó a poner más tensa. Las calles se achicaron y los vehículos se multiplicaron. Venían como un enjambre nervioso de todas partes, los semáforos y las señales estaban de mero adorno, y claro, al tratar de respetarlas empezó un coro de pitidos que aún resuena en mi cabeza. Las trufis (pequeños colectivos) se cruzaban por cualquier lado y a mí se me empezaron a poner los nervios de punta. Y lo mejor estaba por llegar… al iniciar el centro histórico, las calles se convirtieron en callejuelas donde solo pasaba un vehículo (pero los potosinos hacen magia y pueden entrar hasta 3, con carrito de comida incluido…).
La estrechez de las calles, lo empinado, el caos vehicular, y el hecho de que casi nos llevamos puesto un balcón histórico al tratar de doblar en un callejón, fueron las gotas que colmaron el vaso de la paciencia. Ya ni nuestro famoso mantra “que fluya”, nos sirvió. “¡¡Que fluya las pelotas, rajemos de aquí como sea!!”, le espeté a Flavio, ya al borde del colapso emocional. En momentos de alta tensión como estos, en general, yo soy la de los nervios y el enojo, y Flavio el que mantiene la calma…aunque al final siempre terminamos discutiendo y agregando más leña al fuego, pero eso ya es tema de otro post… (sé que muchos viajeros me entenderán…).
Así que, como pudimos, rezando a todos los santos y yo cerrando los ojos a cada rato, decidimos huir de aquel caos monumental. No sin antes comernos las infinitas colas y pitidos de cortesía, al enganchar justo la hora de salida de las escuelas. Porque, si algo abunda en Potosí, además de las casas sin revocar, es una envidiable tasa de natalidad.
¿DÓNDE DORMIMOS?
Cuando por fin pudimos llegar a las afueras de la ciudad, estábamos agotados.
Era la primera vez en 3 años viajando que nos sentíamos así de agobiados. Hemos estado en ciudades caóticas con calles complicadas, pero nada comparado a esto.
Como ya era tarde y estábamos cansados, decidimos pasar la noche en algún lugar y marcharnos al día siguiente temprano. Dimos un par de vueltas sin mucho éxito y al final, a Flavio se le ocurrió algo bastante lógico que terminó siendo nuestra salvación: buscar la terminal de autobuses. Si esos bichos gigantescos llegaban hasta ahí, nosotros también deberíamos, ¿no?. Para nuestra felicidad, estábamos muy cerca y al llegar, ¡oh sorpresa!, dentro había un estacionamiento donde por 10 bolivianos podíamos quedarnos 24 hs, con vigilancia y todo.
Esa noche me puse a pensar. Potosí es una ciudad con muchísima historia, tiene museos, iglesias, la famosa y polémica Mina del Cerro Rico… ¿cómo no le íbamos a dar otra oportunidad para amigarnos?. Así que le propuse a Flavio conocerla al día siguiente, pero en trufi y caminando, como cualquier local. Y, donde no íbamos a estar ni un día, terminamos quedándonos cinco!
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¿CÓMO RECORRER LA CIUDAD?
Al día siguiente, nos subimos en una trufi rumbo al centro de la ciudad. Son mini-vans de unos 10 asientos donde viajan desde estudiantes universitarios hasta cholitas con sus guaguas (bebés) atadas en la espalda. Por 1.5 bolivianos pudimos recorrer distintos barrios de la ciudad, hasta llegar al centro histórico.
Desde allí, todos nuestros recorridos los hicimos caminando, incluso el regreso hasta la terminal de buses.
LUGARES TURÍSTICOS PARA VER EN POTOSÍ
La Villa Imperial de Potosí cuenta con un gran patrimonio cultural para visitar. Precisamente, por su riqueza arquitectónica e histórica, fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1987. Entre los siglos XVI y XVII, en el interior del Cerro Rico, estuvo la mina de plata más grande del mundo.
Puntos que no te podés perder en una visita a esta ciudad:
1. La Casa Nacional de la Moneda
Es un lugar imperdible. Realizar el recorrido por sus salas mediante una visitada guiada nos permitió dimensionar la importancia económica de las minas de plata del Cerro Rico de Potosí en el plano mundial durante el siglo XVI, como así también conocer la historia de quienes, mediante trabajo forzado, sacaban de las entrañas de la tierra el valioso mineral. En este lugar se acuñaron, hasta 1951, monedas de plata que circularon por Bolivia y otros puntos del planeta.
Actualmente, las monedas bolivianas son realizadas en Chile debido a una cuestión de costos/rentabilidad. Por este motivo, la Casa de la Moneda quedó como un museo y archivo histórico de gran valor.
2. Minas del Cerro Rico (para nosotros, la mejor experiencia)
El Cerro Rico mide 4800 msnm y es la montaña donde se descubrió en 1545, de manera casual, la mina de plata más grande del mundo en aquella época.
A lo largo de los siglos, indígenas y esclavos africanos dejaron sus vidas para extraer toneladas de rocas y así poder satisfacer los requerimientos de este preciado metal.
Actualmente, el Cerro Rico sigue teniendo actividad minera, no solo de plata, sino de otros minerales como el estaño. El trabajo está organizado por cooperativas mineras, en donde cumplen tareas hombres y mujeres (por cuestiones de superstición, las mujeres solo pueden trabajar fuera de la mina), en jornadas realmente extenuantes y condiciones extremas.
Realizar una visita a las minas implica vivir de cerca la realidad de estos trabajadores, comprender sus mitos y creencias, como la figura del “Tío”, pero sobre todo tener presente que en pleno siglo XXI, el desarrollo de la explotación minera se mantiene con el mismo sacrificio de siglos anteriores, haciendo que la expectativa de vida de quienes se introducen en esta labor sea muy corta.
3. Mercado Central
Algo sagrado e infaltable en todos nuestros recorridos es probar la gastronomía del lugar y comprar productos para nuestra alimentación en los mercados y puestos callejeros. Es donde mejor, y de manera más económica, podemos apreciar la cultura local. En el Mercado Central se pueden comer ricos menús por $10 bolivianos, que generalmente incluyen un plato de sopa, un principal y bebida o postre; ¡son contundentes y deliciosos!
4. Plaza 10 de Noviembre – Plaza 6 de Agosto – Catedral de Potosí
En el centro de la ciudad, las plazas 10 de Noviembre y 6 de Agosto se fusionan a través de unos llamativos arcos toscanos. En este sector es donde se concentran todos los movimientos sociales y a su alrededor destacan bellos edificios coloniales que cumplen funciones gubernamentales y otros turísticos, como la Catedral de Potosí.
Allí pudimos conversar un ratito con Fortunata, una señora mayor muy simpática, que nos contó su dura experiencia trabajando en la mina del Cerro Rico en su juventud.
5. Torre de la Compañía de Jesús.
La Torre de la Compañía de Jesús es un convento ubicado cerca de la Casa de Moneda. Constituye el principal monumento religioso del siglo XVIII en Bolivia y es un símbolo de Potosí durante su máximo esplendor, aunque solo se haya conservado la fachada y la torre.
Abonamos una entrada de $10 bolivianos cada uno, que incluía una visita guiada con una excelente explicación del lugar y de la ciudad, además de la subida a la torre del campanario, desde donde hay unas vistas espectaculares del casco histórico con el Cerro Rico como telón de fondo.
6. Templo y Convento de Santa Teresa
Se encontraba cerrado al momento de nuestra visita, pero allí residen las monjas conocidas como “Carmelitas descalzas”. Se puede interactuar con ellas, saber de sus hábitos y adquirir algunas de las delicias que elaboran.
7. Iglesia de San Benito
Es la más alejada, pero se puede llegar caminando desde el centro en unos 15 minutos.
Fue construida en 1585 para uso exclusivo de los indígenas y el estilo es muy llamativo, ya que tiene unas cúpulas que recuerdan a las mezquitas árabes. A nosotros es la que más nos gustó.
8. Fiesta de San Bartolomé o Ch’utillos
Si visitas Potosí a finales de agosto, como fue nuestro caso, podrás apreciar de cerca la festividad de San Bartolomé, más conocida como Ch’utillos. Esta alegre celebración dura 3 días, durante los cuales se cierran las principales avenidas de la ciudad para que cientos de comparsas desplieguen todo su talento con sus trajes coloridos y bailando al ritmo de música en vivo. A nosotros nos sorprendió la gran cantidad de bailes regionales y las espectaculares vestimentas que durante horas pasaban sin descanso, alegrando con sus ritmos las calles de la ciudad.
La Despedida...
Pocos lugares han provocado en nosotros emociones tan encontradas…Si bien, nuestra llegada a Potosí no fue de la mejor manera, en la despedida sentimos cierta congoja. A pesar de su caos, esta ciudad nos acogió realmente bien y pudimos disfrutarla con todos sus contrastes.
INFORMACIÓN ÚTIL
Donde dormir con camper o motorhome:
Parking de la terminal de Buses. Valor $10 bolivianos por 24 hs. Sitio cerrado con vigilancia todo el tiempo. Sin ruidos molestos por la noche. En la mañana comienza la actividad más intensa de movimiento de Buses. Es buen lugar para tomar como base de operaciones evitando ingresar con el Camper o Motorhome al centro de la ciudad
Donde comer
En los diversos puestos callejeros, restaurantes y Mercado central se consiguen menús por $10 bolivianos.
Mal de altura
La ciudad se encuentra a 3900 msnm, por lo que hay que moverse muy despacio, beber abundante agua, y de ser necesario comprar alguna pastilla para el soroche o mal de altura.
Buscar agua para el Camper o Motorhome
En un lateral de la terminal de buses, al lado de un comercio, hay una canilla donde, pidiendo permiso, se puede obtener agua.
Duchas
Si es necesario ahorra agua del camper o tomar una ducha más larga, frente al parking de la terminal de buses hay varios sitios donde ofrecen servicio de duchas a valores que rondan los 5 a 10 pesos bolivianos.
4 thoughts on “Qué ver en Potosí, Bolivia”
Me encantó este post. Además me sirve un montón porque estoy terminando mi camperizacion para viajar en enero con mi pareja. Gracias por compartir tu experiencia! Abrazo grande.
http://www.consejoalviajero.blog
Que bueno que te sirva! Buenas rutas y a disfrutar de todo lo lindo que ofrece una vida viajera 🙂
Si alguna vez quieren visitar Paraguay, si todavía no lo han hecho, escríbenme. Juan Carlos
Muchas gracias Juan Carlos! estuvimos en 2019, pero siempre quedan lugares nuevos para conocer, asi que volveremos. Abrazo!