Bolivia y Perú comparten el Lago Titicaca, que es conocido por ser el lago navegable más alto del mundo. Del lado boliviano la ciudad más importante para hacer base es Copacabana, y del lado peruano, Puno. Yo ya había estado años atrás en Puno, y la verdad es que mucho no me gustó. Sin embargo, habíamos escuchado buenas recomendaciones de Copacabana, así que teníamos curiosidad por conocerla.
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Cruce del Estrecho de Tiquina
Lo primero que nos llamó la atención es que no se puede llegar directamente por carretera desde La Paz a Copacabana, sino que hay que cruzar en barcaza un pequeño estrecho en el lago Titicaca: el estrecho de Tiquina. Como ya era tarde cuando llegamos al cruce, decidimos quedarnos en San Pablo de Tiquina. Es un pueblo muy chiquito y tranquilo, con una linda plaza en cuyo costado dormimos. En el Mercado Municipal le compramos unos cafés riquísimos a una señora y los disfrutamos viendo el atardecer desde la plaza. Frente al estrecho hay varios carritos de comida donde se puede comer trucha frita en el momento.
En el puerto hay decenas de enormes barcazas cruzando desde las 6 hasta las 20 hs (el horario puede variar). Suelen entrar entre 2 y 3 vehículos y se tarda unos 15 minutos en navegar los 800 m que lo separan de San Pedro de Tiquina. El costo se puede negociar con el “barquero” antes de subir. Nosotros no lo hicimos y pagamos 80 bolivianos, pero vimos que nuestro compañero de viaje cuadró otro valor antes de embarcar su vehículo.
En el caso de buses y combis, el vehículo va en la barcaza, pero la gente debe cruzar en unas lanchas más pequeñas.
Al parecer se tiene previsto construir un puente que une ambas orillas, esto facilitaría el paso minimizando el riesgo de hundimientos (que ya han ocurrido en varias ocasiones), y terminaría con el monopolio de las barcazas. Habrá que ver que dicen los barqueros…
Una vez en tierra, aún quedan 40 km hasta llegar a Copacabana. El camino es una maravilla y está salpicado de miradores con vistas increíbles al lago, que en este punto parece un verdadero mar azul. Tómense su tiempo para disfrutarlo porque merece la pena.
El nombre de Copacabana suena a tropical y música brasileña… pero a partir de ahora lo relacionaremos también con un lago a 3810 m de altura y más bien fresquete. Su nombre en quechua significa “Mirador del Azul”
Recuerdo que al llegar nos sorprendió la luminosidad, un sol radiante bañaba la ciudad y las calles estaban llenas de turistas y locales moviéndose a un ritmo alegre y pausado. Viniendo de ciudades como Potosí o La Paz, ¡esto era un oasis!
¿Dónde dormimos con el camper?
Como siempre, lo primero que hicimos fue buscar un lugar para ubicarnos. Lo encontramos rápidamente en la costanera, frente al mismito lago. Vimos que a lo lejos había otros motorhome, eso nos dio la pauta de que era un lugar tranquilo y seguro para pernoctar.
¿Dónde comer?
Lo siguiente en orden de importancia: ¡comer! Hay muchos restaurantes y puestitos de comida en la costanera y en la Avenida 6 de agosto, la principal. Elegimos uno con un menú muy asequible donde pudimos deleitarnos con una rica trucha asada “titicaquense”.
Av. 6 de Agosto y Plaza 2 de Febrero
Con la panza llena y el corazón contento, nos fuimos a conocer la ciudad. Queda todo cerca, así que es muy fácil recorrerla a pie. A continuación, te contamos los lugares que conocimos:
Avenida 6 de agosto: Es la calle más animada, hay un montón de restaurantes, hostales y tiendas de recuerdos. Conecta la Plaza 2 de Febrero con el puerto.
Plaza 2 de Febrero: es la plaza principal de la ciudad, está muy cuidada y hay varios negocios alrededor. También se ubica aquí la Catedral.
Basílica Nuestra Señora de Copacabana (S.XVI)
Se encuentra en un costado de la Plaza 2 de Febrero. Tiene un patio muy bonito con pequeños oratorios, siendo el más importante el de la Virgen de la Candelaria o de Copacabana, patrona de Bolivia. La tradición dicta que si estás en pareja pero no casados, cada uno debe ingresar a la iglesia por separado…
La ch’alla
No te pierdas la ch’alla: todos los días a las 10 de la mañana, el párroco sale a bendecir los autos nuevos de bolivianos y peruanos que viajan especialmente para que la virgen les proteja en sus futuros viajes. El cura realiza una oración en voz alta frente a cada vehículo y a continuación los rocía por dentro y por fuera con agua bendita. Es muy curioso ver a la gente engalanada como si fuera una boda, y los autos decorados con flores y cintas de colores.
La Horca del Inca: a 10 minutos de la Plaza 2 de Febrero, subiendo por un empinado camino, se llega a una curiosa formación de piedra llamada la Horca del Inca. No hay información al respecto del nombre, pero la vista desde ese lugar es muy linda. Al inicio del camino hay una caseta de cobro, cuando nosotros fuimos estaba cerrada y el acceso era libre.
Cerro El Calvario
Uno de los lugares que más nos gustó y el más cansador también, no en vano, la gente dice que llegar arriba es ¡un verdadero calvario! Lo cierto es que estamos a mucha altura y hay que tomarlo con calma.
Primero se sube por una calle super empinada, y cuando uno piensa que llegó, aparecen los benditos escalones… pero todo esfuerzo tiene su recompensa, y una vez arriba las vistas lo valen. Merece la pena quedarse un rato largo admirando el paisaje, si es con mate, mejor.
Para bajar se puede regresar por el mismo camino. Si tienen ganas de aventura, hay un sendero empinado que desciende por el cerro y te permite apreciar una bonita vista del lago con los barquitos, que bien pareciera una postal del Mediterráneo.
El acceso es libre y sin horario. Lleven gorro y gafas de sol.
Pequeña anécdota:
Mientras subíamos con la lengua afuera, nos cruzamos con una señora vestida con sus coloridas ropas tradicionales y sus dos trenzas. Nos saludó amablemente y aprovechamos para entablar una animada conversación con el poco aire que nos quedaba. Nos contó que era peruana y solía cruzar a Bolivia para comprar distintos productos que luego revendía en Perú. Nunca faltaba a su cita con la virgen en lo alto de este cerro. En este punto, Flavio quiso sacarse una duda que le venía dando vueltas desde que vio a las primeras cholitas. Siempre las vemos cargar con una enorme manta colorida a la espalda, atada tan solo por un nudo al cuello, donde llevan desde sus guaguas (bebés), hasta garrafas de gas (sí sí, ¡de las de 10 kg!).
Aprovechando la charla con esta señora peruana, y viendo que cargaba su bolsón, Flavio se animó a preguntarle qué llevaba ahí. “¿Ahí donde?”, nos respondió. ”En su bolsa”, le señaló Flavio. La señora nos miró sorprendida y riendo nos dijo: “Ahh, en mi awayo, nada pues, mis cosas, lo que compré, mi mantita…”. Y claro, ahí entendimos que “su awayo” es el equivalente a “nuestra mochila”. En su cultura, la tradición es llevar todo lo que necesitan para su día ahí dentro. Así que fue como que un desconocido nos hubiera preguntado a nosotros de la nada, qué llevábamos dentro de la mochila …sonaría un poco raro ¿no? Por suerte, la señora se lo tomó bien y entendió nuestra curiosidad, jeje.
Después de recomendarnos varios lugares en
Perú, nos despedimos y ella siguió subiendo a su ritmo, lento pero sin pausa,
con su awayo cargado a la espalda.
Lago Titicaca
Se encuentra a una altitud de 3800 msnm y es la frontera natural que tienen Bolivia y Perú. Por su tamaño y ubicación es considerado el lago navegable más alto del mundo.
Fue uno de los sitios más sagrados de la civilización Inca. Hay leyendas que cuentan sobre la existencia de una ciudad submarina, atrayendo a varios exploradores, entre ellos al francés Jacques Cousteau, quien no pudo verificar tales historias.
A las orillas del lago se pueden realizar distintas actividades como: kayak, barquitos a pedales e incluso, para los más osados, darse un chapuzón.
Pero sin duda, lo más impresionante son los atardeceres…
Isla del Sol y de la Luna
Es la visita imperdible si quieren aprender acerca del origen mitológico de la civilización inca, y conocer los restos arqueológicos de los Tahuanacotas, quienes habitaron estos lugares antes que los incas.
A la Isla del Sol se llega tras una hora y media de navegación, en un confortable barco.
Hay dos opciones para conocer la isla:
1. Comprar un tour en alguna agencia de Copacabana. Suele ser más caro, pero incluye un guía y la posibilidad de hacer una parada en la Isla de la Luna.
2. Comprar el pasaje directamente en las casetas de venta que hay en el puerto. Nosotros elegimos esta opción porque era un poco más económica y , en principio, queríamos ir por nuestra cuenta. Pagamos 50 bolivianos cada uno, ida y vuelta. Finalmente en el barco, un guía local de la isla ofreció su servicio de guiado a un buen precio y nos sumamos al grupete que se formó.
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La verdad es que Copacabana nos pareció un lugar agradable y tranquilo. Haber ido a finales de septiembre, fuera de la temporada alta (julio y agosto), contribuyó sin duda a que pudiéramos disfrutarlo de otra manera.
Nos hubiéramos quedado más días, pero ya se vencía el plazo de permanencia en el país y Perú nos esperaba con nuevas aventuras!
¿Cómo llegar a Copacabana desde La Paz?
Legamos por la ruta 2, en buen estado. Hicimos una parada en Chirapaca, donde subimos a lo alto de un cerro y apreciamos hermosas vistas de montañas nevadas y el lago Titicaca