Es un recorrido que se puede realizar tanto en auto, como caminando o bicicleta.
Optamos por hacerlo a pie, partiendo desde donde paramos con el Camper, a pocos metros del centro de la ciudad.-
La senda parte detrás de la planta de tratamiento de efluentes, al final de la calle Juez del Valle, en el área de la Costanera del lago Lácar, donde se ubica un puesto de Prefectura
Un nos indica que estamos ingresando en tierras de la comunidad mapuche Curruhuinca y recuerda que estamos en el Parque Nacional Lanín. El sendero transcurre en un constante ascenso, dentro de un boque de cipreses, radales, robles y coihues.
En los árboles y algunas rocas podemos apreciar las señales que nos van orientando. De todas maneras, hay que tener cuidado, dado se observan varias huellas diseminadas a lo largo del trayecto, que llevan a las viviendas de pobladores de esta zona. Se recomienda tomar siempre hacia la derecha cuando nos topamos con un desvío, caso contrario nos alejaremos del camino e iremos a la costa del lago.
Luego de transcurridos unos 2 kms, dejamos el bosque atrás y llegamos a una gran formación rocosa, el Mirador Bandurrias. Desde allí tenemos una vista del gran crecimiento que tiene la localidad de San Martín de los Andes. Avanzamos unos metros hacia el oeste y frente a nosotros se extiende otra vista panorámica excepcional que abarca el cerro Abanico, las playas de Catritre y Quila Quina, y el lago Lácar.
Unos pasos más abajo llegamos al puesto de acceso a la comunidad mapuche. Los peatones no abonan, si lo hacen los vehículos que deben parar en una tranquera y pagar el ingreso, para poder seguir el camino. En este punto hay baños y un pequeño kiosco, donde compramos unos ricos alfajores de maicena caseros para ir reponiendo energía.
Continuamos avanzando aproximadamente 3 kms, algunos tramos por camino vehicular, otros por sendas en el bosque, observando a niños jugando en la escuela rural que allí funciona y a algunos habitantes atendiendo las tareas diarias de sus hogares. Finalmente tenemos ante nosotros el cartel que señala nuestra llegada a la Islita. Una suave bajada nos lleva hasta una pequeña playa de arena blanca y frente a ella, una isla rocosa, rodeada por aguas cristalinas de tonos verdes, con semejanzas a un paisaje tropical.
Un lugar ideal, para estar desconectados de todo, disfrutar de un día a pleno sol como nos tocó, mates y pies en el agua. En pleno época veraniega, la playa es visitada tanto por turistas como por pobladores de San Martín de los Andes, quienes van y vienen nadando hasta la Islita, haciendo de éste, un lugar concurrido, incluso para acampar, previo permiso y pago a los administradores del lugar.