Por Esther Medina Muñoz - Lic. en Geología
Nos remontamos al 21 de agosto de 1986. Son las 9 pm de una calurosa noche en una remota región de Camerún. Sus habitantes llevan cientos de años conviviendo a escasa distancia del lago Nyos.
Se trata de un lago ubicado en un “maar”, un cráter volcánico ancho generado por una erupción freático-magmática, es decir, una explosión causada por agua subterránea que entra en contacto con el magma.
Volvamos a la noche trágica que cambió para siempre la vida de los habitantes de este idílico lugar y supuso uno de los mayores misterios a los que se enfrentó la comunidad científica en el S.XX.
La paz y el silencio se ven interrumpidos por un brusco sonido, como un grito desgarrador que surge de las entrañas de la tierra. Rápidamente, una densa nube desciende invadiendo las calles y hogares de las cercanas aldeas. Me falta el aire– se quejan algunos pobladores mientras tratan de seguir con sus quehaceres. Las fuerzas les durarán poco, tanto como los escasos minutos que esa nube venenosa se toma para infiltrarse en sus cuerpos con cada inhalación, hasta hacerles perder el conocimiento. La “muerte dulce” la llaman, no por su sabor, si no por la suavidad con la que abandonas este mundo.
Más de 1700 personas perdieron la vida esa noche. Tan solo los pocos supervivientes, la mayoría niños, pudieron describir lo sucedido cuando al día siguiente al despertar vieron a sus familiares y vecinos muertos en sus camas o tirados en plena calle.
Tampoco los animales escaparon a tan fatal destino. Varios miles perecieron en los campos y corrales situados en un radio de 20 km.
Los primeros en arribar al lugar describieron el panorama como “apocalíptico”, un castigo divino. Creencia que tomó aun más fuerza cuando descubrieron que las cristalinas aguas del lago Nyos se habían tornado rojizas.
¿Qué sucedió?
Los científicos tardaron tiempo en ponerse de acuerdo en cuanto a dar una explicación de lo sucedido. Acá vamos:
El volcán donde se ubica el lago Nyos era considerado inactivo, es decir, que no había hecho erupción en al menos 10.000 años. Lo cual no significa que no siga teniendo algún tipo de actividad o emanaciones, que ante algún desencadenante como un deslizamiento o un sismo, genere un efecto dominó. Y eso es lo que sucedió aquella fatídica noche.
Durante años se había estado acumulando en el fondo del lago una gran cantidad de dióxido de carbono. Al ser un lago profundo (200 m) y estratificado, el agua de las capas superiores no se mezcla con las inferiores (lo que hubiera permitido que el fondo se desgasificara lentamente).
Hasta que algún evento, quizás un deslizamiento de tierra o un pequeño temblor, generó una sacudida en el fondo del lago, como cuando se agita y abre de golpe una gaseosa, causando el ruido que retumbó en las montañas y que provocó un suceso de gran rareza, geológicamente hablando: una explosión límnica o fenómeno del lago explosivo.
El dióxido de carbono emergió de las profundidades con tanta fuerza que no pudo ser totalmente neutralizado por las aguas de la laguna y salió a la superficie violentamente, provocando a su vez una especie de tsunami que levantó el nivel del agua varios metros. A partir de ese momento todo pasó a gran velocidad. La nube tóxica inundó los valles cercanos a 50 km/h, envolviendo a todo el que se cruzara en su camino y dejando un reguero de muerte a su paso.
El dióxido de carbono mata rápidamente y ‘casi’ sin dolor. Tan solo un poco de mareo, confusión y se acabó. Imposible que alguien se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, ya que no tenían el conocimiento ni la preparación para hacer frente a este asesino silencioso.
Algunos supervivientes recordaban un olor a huevos podridos y pólvora. Este hecho generó confusión entre los médicos y otros científicos presentes, pues no encontraron rastros de azufre, ni en las aguas ni en los alrededores del volcán. Fue tiempo después que se descubrió que ante ciertas concentraciones de dióxido de carbono se pueden tener alucinaciones sensitivas, y una de ellas sería el olor a huevo podrido.
¿Se podrían haber salvado? ¿Puede volver a ocurrir?
Hasta ese momento, solo se conocían dos casos similares en el mundo. El más antiguo corresponde al yacimiento fosilífero de Messel, en Alemania, donde se estima que durante el Eoceno Medio (47 Ma) tuvo lugar una erupción límnica que acabó con la vida de miles de organismos. El segundo tuvo lugar en 1984 en el lago Monoun, también en Camerún, matando a una treintena de personas.
Pero sí, tanto en Nyos como en otras zonas del continente africano pueden llegar a repetirse este tipo de eventos letales y cabe preguntarse si sus poblaciones están preparadas y lo suficientemente informadas para enfrentarlos.
No se trata de infundir miedo, sino de ser conscientes y obrar en consecuencia. No podemos desconocer los riesgos que implican vivir cerca de un volcán. Así como chilenos o californianos no pueden ignorar como actuar en caso de sismos. O un japonés no querer saber acerca de tsunamis. Cada uno debe conocer y entender la geología que le rodea y como aprender a disfrutarla y a convivir con sus potenciales riesgos .
Una población bien informada y que participa activamente en los simulacros está mejor preparada ante este tipo de eventos.
En Ecuador o Chile, las autoridades cuentan con programas para entrenar a la población ante sismos o erupciones volcánicas. Las familias tienen mochilas preparadas en caso de tener que evacuar y se instala cartelería indicando las rutas de evacuación. Saben que deben actuar rápidamente, pero con calma, y realizan simulacros de evacuación con cierta frecuencia. Un caso de éxito donde no hubo que lamentar ninguna víctima fue durante la erupción del Volcán Chaitén en 2008, en Chile (ver historia aquí).
Es verdad que hay cierto tipo de eventos que no dan mucho margen de movimiento, como la nube tóxica del Nyos. Actualmente, el lago cuenta con un sistema de tuberías que evacua el dióxido de carbono del fondo para evitar su acumulación. Así que, sí, sigue siendo una amenaza para la población pero al menos se está actuando en consecuencia.
Es importante, igualmente, instalar otro tipo de herramientas como detectores de gases que alerten mediante alarmas sonoras y luminosas a la población. Los habitantes deberían contar con máscaras antigás y las autoridades realizar simulacros para que adultos y niños sepan como actuar.
¿Cómo saber si un lago puede sufrir una explosión límnica?:
- Altas concentraciones de dióxido de carbono en el agua, con diferentes niveles de saturación.
- Espesor de agua suficiente para impedir la mezcla de las aguas profundas y superficiales.
- Fondo lacustre profundo que facilite la presurización
- Temperatura del agua estable todo el tiempo (climas tropicales)
- Cercanía a áreas de actividad volcánica (en raras ocasiones puede llegar a darse en otro tipo de ambientes no relacionados al vulcanismo como el caso de Puebla de Guzmán, en Huelva, España)
Recuerden: los volcanes son fascinantes, pero pueden ser letales. Llevamos miles de años conviviendo con ellos, la diferencia es que ahora los conocemos mejor, y es por eso que debemos estar informados y ayudar a difundir el conocimiento.
Hasta la próxima geoamigos!
2 thoughts on “Asesino silencioso en Camerún”
Interesante!
No conocía este volcán ni la terrible historia que nos relatas y que ocurrió no hace tanto, en 1986. Muchas gracias Esther por estas explicaciones tan claras y que nos permiten entender las causas y consecuencias de la trágica explosión del volcán.